• Francisco Valderrama
  • Vendedora de piña,1982
  • Óleo /Tela
  • 76 x 65 cm
  • icono bandera Colombia

Reseña

El origen de la aproximación de Francisco Valderrama al mundo del arte se da a partir de la experiencia de la pobreza y del trabajo, y como reacción frente a las condiciones de injusticia social que sufre en carne propia y que descubre luego en sus recorridos por el país, especialmente entre las comunidades negras de la región del Chocó. No mira el dolor y la injusticia con los ojos del arte sino que, al contrario, busca expresar a través de él sus pensamientos y vivencias al respecto. El empleo en la Editorial Bedout refuerza su convencimiento de la identificación del arte como trabajo que se manifiesta en la práctica del grabado y, de manera especial, en la xilografía, lo mismo que en el ejercicio incansable de la pintura. La suya es una pintura de lo popular, interesada siempre por las culturas regionales, cercana a las ideas nacionalistas, pero, al mismo tiempo y quizá de manera paradójica, basada en la plena conciencia de la necesidad de tener en cuenta los aportes de una historia del arte que se ha desplegado más allá de todas las fronteras y de la cual se nutre. Resulta natural que su trabajo pictórico haya buscado inicialmente los horizontes del expresionismo, con fuertes mezclas de color y una violenta deformación de las figuras que, con frecuencia, fueron rechazadas como antiestéticas. Más tarde, en momentos sucesivos incursiona en la abstracción, recoge elementos del Pop y desarrolla pinturas acompañadas de elementos de deshecho para anclar finalmente en el ámbito de la nueva figuración. Siempre pretende expresar la angustia, la soledad, la pobreza, la tristeza de sus personajes, el terror ante el futuro y la degradación social. Sin embargo, en su obra no predomina el grito de la protesta sino, más bien, una especie de revelación serena que se deja a consideración del observador, y que muchas veces se carga de ternura e incluso de humor. Durante los últimos años de su vida, las pinturas, sin abandonar su matriz expresionista, se hacen más tranquilas, quizá por la tendencia al amplio uso de los blancos, mientras que la deformación violenta se conserva en sus xilografías, con frecuencia iluminadas posteriormente con violentos contrastes de color a la acuarela. Vendedora de piña, de 1982, es una pintura particularmente serena dentro del conjunto de la obra de Francisco Valderrama, con un colorido suave y armonioso, casi reducido al juego de blancos y grises claros, en contra de los excesos cromáticos y matéricos de otros trabajos. Sin embargo, esta obra revela muy bien cómo, junto a la deformación de la figura (aquí moderada y sencilla), el artista busca siempre la sólida estructura compositiva y la volumetría. Este interés pudo derivar de sus trabajos en madera, pero encuentra una correspondencia plena con el estudio que Francisco Valderrama desarrolla con entusiasmo en la última década de su vida acerca de la obra del joven Picasso inmediatamente anterior a Las damiselas de Avignon, un período que, como se sabe, está también fuertemente vinculado con las tallas en madera, en ese caso de origen africano. De todas maneras la pintura conserva su potencial expresivo, en buena medida gracias a los fuertes trazos oscuros que la definen y al poder de las pinceladas. Con su blancura casi aséptica sólo rota por el colorido de la fruta, la figura de la vendedora parece sumergida en una silenciosa melancolía.

Biografía del autor

Francisco Valderrama nació en Medellín en 1928. Aunque no pudo completar sus estudios secundarios, ingresó al Instituto de Bellas Artes de Medellín y, más adelante, por breve tiempo a la Escuela de Bellas Artes de Bogotá; pero, en realidad, fue un autodidacta. Hacia 1957 empezó a trabajar en la sección de arte de la Editorial Bedout en Medellín, experiencia que le permitió avanzar en la práctica del grabado. Fue profesor de grabado en el Museo de Zea (actual Museo de Antioquia) y luego se vinculó como docente de pintura y grabado en el entonces Instituto de Artes Plásticas de la Universidad de Antioquia (hoy Departamento de Artes Visuales de la Facultad de Artes). Viajó repetidas veces por el Chocó y conoció de cerca los problemas sociales de la población negra. Realizó distintas exposiciones en Colombia, Ecuador (donde buscó acercarse a Guayasamín) y Estados Unidos. En 1975 apareció la obra de Félix Ángel, Nosotros – un trabajo sobre los artistas antioqueños, en la cual se le ubicaba dentro de los mejores artistas de los años setenta. Falleció en Medellín en 1989.

Carlos Arturo Fernández – Grupo de Teoría e Historia del Arte en Colombia, Universidad de Antioquia.