• Luis Caballero
  • Sin Título,S.XX
  • Sanguina /Papel
  • 160.5 x 120 cm
  • icono bandera Colombia

Reseña

Desde sus comienzos, la pintura de Luis Caballero giró en torno a la figura humana como fuente de fuerzas inagotables, de fuerzas expresivas. Sin embargo, el hombre que aparece en sus dibujos y pintura no es el hombre cotidiano. Por el contrario, es aquél que se enfrenta a una experiencia límite e irrepetible: La experiencia erótico-mística, y por qué no decirlo, religiosa. Él mismo afirma: “el sexo es un camino paralelo al del místico en el que se renuncia a todo y se destruye todo, empezando por la razón, para llegar a un momento de lucidez o de divinidad”. Con su habitual lucidez, Marta Traba se refería en los siguientes términos a la obra de Caballero durante este periodo; “Desde un principio, la pintura de Caballero ha tenido, de manera persistente y monotemática, la obsesión de la relación entre dos personas. Una relación física que nunca es clara, ni siquiera cuando termina en la fusión exasperada y dramática del abrazo. La gente se toca, se busca, se atrae. También se repele. Hay muy poca felicidad en los encuentros y, sobre todo, ninguna pertenencia. La cópula tiene más de agonía que de plenitud. Esta ambivalencia constante, aproximación – alejamiento, entrega – rechazo, gozo y repugnancia da a toda la obra de Caballero ese todo de erotismo – insatisfecho y más bien desesperanzado, de erotismo – condena, que la vuelve tan perturbadora y profunda”.

Jesús Gaviria Catálogo El Arte en Suramericana 1994.