Reseña
El gran retrato que aquí presentamos, revela las sobresalientes dotes de Fuster como artista dentro del género simbolista. Hay dos elementos que introduce apenas insinuados: la zalea que cubre parcialmente el cuerpo del infante y el báculo en forma de cruz, los cuales nos permiten traducir la intención del artista en convertir este retrato en la figura de San Juan Bautista. El rostro muy lejos de reflejar pasión, está sumergido en reflexión meditativa, solicitando a sus contempladores la respetuosa distancia que permita la efectividad y trascendencia de su mensaje profético.
Biografía del autor
Alberto Fuster, a la edad de veinte años, viajó a Europa. Aunque Roma ya no era la venerada atracción para un artista, sino la agitada y sorpresiva Ciudad Luz, Fuster estuvo ahí en 1895. La sólida formación de Fuster se ve plasmada en las copias que realizó de Tiziano. En París, no parece haber sido el impresionismo lo que le llamara la atención, sino la modernidad del simbolismo finisecular, muy tocado de clasicismo. Alberto Fuster vive alternativamente en varios lugares, pero regresaba de tanto en tanto a su ciudad natal. Ahí están los muchos retratos de la sociedad tlacotalpeña y, sobre todo, una pintura aparentemente ajena al resto de su obra, que son cuadros costumbristas que a veces incluyen a su propia familia como «Nativa con loro» realizada en 1915; «La Carta» o «Mi abuela jarocha en traje de novia». Ahí los modos de su escuela simbolista se desmiembran y Fuster entra como en otro espacio, el del cariñoso reflexionar sobre su mundo y su gente originarios. Admirado por José Clamente Orozco en sus memorias comentaba que Fuster era un conocedor de la técnica. En México ejerce la enseñanza particular siendo maestro de Joaquín Clausell. Fuster es uno de los artistas, junto con Julio Ruelas, Roberto Montenegro y Alfredo Ramos Martínez entre otros que colabora en la Revista Moderna (1898-1911). Lo que los caracterizaba, al pertenecer a esta revista, era el predominio del subjetivismo y la libre expresión sobre la realización de las reglas académicas. El artista dedicó parte significativa de su obra pictórica al tema del culto a la belleza ideal. Para expresar estas ideas relacionadas con la sacralización del arte a la que aspiraban los simbolistas, Fuster se vale de temas clásicos como «El juicio de Paris». La obra de Alberto ha sido rescatada finalmente por la crítica y los visitantes de museos, después de un largo paréntesis de olvido e indiferencia.