Realiza sus estudios de bachillerato en Guadalajara y asiste, desde niño, a la Escuela Libre de Pintura donde expone tres cuadros en 1928. A la edad de 19 años se traslada a la Ciudad de México para continuar su aprendizaje y dar al mismo tiempo clases. En 1936 es elegido secretario general del Sindicato de Profesores de Artes Plásticas y al siguiente año ingresa a la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR) y luego se incorpora al Taller de Gráfica Popular. Anguiano ha cultivado el grabado, el dibujo, la pintura de caballete y el muralismo. Se ha preocupado por realizar temas sociales de la Revolución Mexicana y cuestiones alegóricas de carácter moral, además representa en su obra motivos de la vida de algunos grupos indígenas. En 1941 viaja a Nueva York y estudia un curso en The Art Student League. En la década de 1955 a 1965 pinta los murales: «La evolución del comercio en México» que consta de dos tableros al óleo, «El maíz en la Revolución Mexicana» y «Nacimiento de la selva o fecundidad». Para la sala maya del Museo Nacional de Antropología realiza «La creación del hombre en el mundo maya» al óleo sobre una superficie cóncava. Este y muchos otros más murales realiza Raúl Anguiano, perteneciente a la segunda generación de muralistas mexicanos (junto a los de Juan O’Gorman, Jorge González Camarena y Chávez Morado). Anguiano ha presentado exposiciones en México, Francia, Estados Unidos, Cuba, URSS e Italia entre otros. Su participación en las bienales ha sido activa: Venecia (1958) y Tokio (1955,57 y 59). En 1954 y 1955 obtiene el Primer Premio en el Salón de Invierno del Salón de la Plástica Mexicana. El Congreso de Jalisco le impone la condecoración José Clemente Orozco, en 1956, y dos años después recibe la Medalla de Oro del Salón Panamericano de Porto Alegre, Brasil. En 1964 recibe la Placa de Oro del gobierno de Jalisco, en el Año de las Artes Plásticas además del título de Hijo Distinguido de Guadalajara. Según Xavier Mayssen, Raúl Anguiano puede ser considerado como uno de los maestros del retrato contemporáneo en México, por los niveles de originalidad que alcanza el retener en las telas las imágenes de las singulares mujeres que pasaron ante él. El propio Anguiano dice que sus formas de expresión se basan en el realismo, pero no en el realismo naturalista.