Comienza su carrera artística a la edad de 7 años, para después ingresar a la academia de pintura del maestro José Bardasano a los de 12 años donde iniciaría la consolidación de las bases técnicas. Después de algunos años en la Academia decide separarse de los estudios formales para depurar su técnica y estilo de forma independiente mientras trabaja al lado de su padre, Pablo Almela Soler, en el oficio de la restauración de cuadros. La actividad de Mario Almela durante sus más de 50 años de carrera ha dejado como resultado un conjunto de obra representativa de los paisajes y lugares de México, yendo desde sus costas y selvas hasta sus valles y montañas. A la edad de 20 años, lleva a cabo su primera exposición individual. Desde entonces ha recorrido la vastedad del paisaje mexicano, plasmando en sus múltiples lienzos las costas, selvas, valles y montañas. En 1997 se publica su libro, Luz y Sol, con ensayos del arquitecto Luis Ortiz Macedo, quien lo sitúa en la cúpula de los paisajistas mexicanos, al lado de otros dos grandes amantes de los volcanes del país, como José María Velasco Gómez y Gerardo Murillo “Dr. Atl”. Junto con su gran sensibilidad desarrollada a través de su carrera pictórica, Mario Almela cuenta también con un acervo privado de numerosos poemas sobre diversos temas, que van desde el amor al odio como a la exacerbación de la naturaleza y el hombre. En un medio donde la innovación parece premisa obligada (aún a costa de la calidad), Almela vuelve su mirada a los grandes maestros, aprende y se nutre de ellos para luego crear una obra definitivamente personal que, sin embargo, no niega la bondad de ciertas influencias. La obra del autor ha encontrado espacios en subastas de las casas Sotheby´s y Christie´s al igual que en colecciones institucionales y particulares en México, Estados Unidos y España.