Reseña
En la obra de Rodolfo Morales no hay nada que interpretar pero sí mucho que observar y se disfruta más con mirarla simplemente que tratar de analizarla. Él no piensa en lo que pinta sino que pinta lo que se le ocurre. Su pintura es espontánea. Rufino Tamayo consideraba la obra de Rodolfo como un soplo de aire fresco dentro de la pintura mexicana. En su obra encontramos las enseñanzas que le procuraron los cuadros de Abraham Ángel, Rodríguez Lozano, Agustín Lazo, María Izquierdo y Julio Castellanos. También la influencia de Piero de la Francesca, de los pintores italianos del quatrocento y de los primitivos flamencos, así como de Chagall, Modigliani, De Chirico y Picasso.
Biografía del autor
A unos treinta kilómetros de la ciudad de Oaxaca, se encuentra el pueblo de Ocotlán, lugar donde nace el 8 de mayo de 1925 Rodolfo Morales. Su padre era ebanista y su madre, con quien se identificó más, maestra de una escuela primaria. Desde pequeño, Morales realiza toda clase de objetos para jugar como son los papalotes, que posteriormente derivan en collages, primeras obras con las que se dio a conocer entre amigos. Su primer viaje lo realiza en tren, a la edad de cinco años, para visitar la capital de su estado, sus ojos quedaron maravillados por las construcciones tan perfectas, las calles pavimentadas y la luz eléctrica entre otras cosas. En 1949, ingresa a la Academia de San Carlos. En ese tiempo, Morales es asiduo concurrente a las conferencias que impartía Manuel Toussaint en el Colegio Nacional sobre arte y arquitectura. Una de sus mayores inquietudes es la perspectiva clásica o «legítima». Al finalizar sus estudios en 1953, se dedica a impartir clases de dibujo y pintura en la Escuela Nacional Preparatoria No. 5 lugar donde años más tarde, en 1964, realiza un mural. Morales comentaba que quien más aprendía de esa experiencia fue él mismo y decía que lo único que él podía hacer era motivar a la gente a que pintara más no podía enseñarles. Rodolfo Morales, artista de intereses y pasiones múltiples, durante las últimas décadas viaja por Estados Unidos, Europa y Sudamérica. A los 50 años tiene su primera exposición individual, gracias a Rufino y Olga Tamayo quienes fueron sus padrinos, pero quien verdaderamente dio a conocer la obra de Morales fue la escultora Geles Cabrera que fue eficazmente promovida por Estela Shapiro. En 1983 se jubila como maestro y decide dedicarse de lleno a la pintura, dos años más tarde regresa a Ocotlán, dedicándose a pintar y a realizar numerosas obras de restauración.