Pintor, escultor y grabador. Su niñez no fue muy afortunada, tuvo que estar enclaustrado debido a la revolución que estalló un año después de su nacimiento. A consecuencia de ello su educación se vio interrumpida varias veces. Al fallecer su madre y su padre vuelto a casar, Chávez Morado se trasladó con sus tías y creció con su abuelo paterno, ahí aprendió historia, poesía y las aportaciones científicas, así como a copiar y realizar en tinta china las ilustraciones. A través de estos trabajos experimentó el placer del oficio. En 1925 decide viajar a los Estados Unidos rumbo a California a trabajar como bracero y su aventura lo condujo hasta Tonepek, Alaska, donde trabajó en la pesca e industrialización del salmón. Gracias a sus constantes dibujos le otorgaron una beca en un taller de dibujo en la ciudad de Los Ángeles. Antes de regresar a México en 1931, vio pintar a José Clemente Orozco el mural «Prometeo“ en el Pumona College de Claremont, California. Esto probablemente lo impactó fuertemente, marcando quizá su decisión por la plástica. Becado por el Estado de Guanajuato, ingresó a la Escuela Nacional de Artes Plásticas para estudiar bajo la dirección de Francisco Díaz de León, grabador, Bulmaro Guzmán, pintor y Emilio Amero, litógrafo. Cuatro años después contrae matrimonio con la pintora Olga Costa, una de las pocas mujeres que estudiaba en la Academia al lado del maestro Carlos Mérida. En 1936 ingresa a la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR) en donde son publicadas sus primeras estampas en el periódico Frente a Frente. Posteriormente en 1938, se introduce al Taller de Gráfica Popular. En 1944 presenta su primera exposición individual en la Galería de Arte Mexicano. Su obra es naturalista, sin gran teatralidad. Miembro fundador en 1948 de la Sociedad de Arte Moderno, cuyo objetivo era destacar aquellas manifestaciones plásticas mexicanas y extranjeras que merecían ser mejor conocidas, y del Salón de la Plástica Mexicana en 1949. Existe una amplia producción de caballete, gráfica y mural. José Chávez Morado fue vicepresidente para América Latina del Consejo Mundial de las Artesanías de la UNESCO; recibió el Premio Nacional de Artes en 1974; miembro de la Academia de Artes desde el mismo año en que es nombrado doctor honoris causa por la UNAM. En cuanto a la pintura de caballete, Chávez Morado, desarrollo dos temas recurrentes en su producción: el costumbrismo y el paisaje, mismos que enfoca desde un ángulo netamente popular. Por su fuerte arraigo a Guanajuato, las composiciones de sus paisajes nos refieren a las compactas masas que conforman la topografía minera; de ahí los colores que impregna a los volúmenes.