• Domingo Moreno Otero
  • Lavanderas,S.XX
  • Óleo /Tela
  • 63 x 80 cm
  • icono bandera Colombia

Reseña

Paisaje con lavanderas, de Domingo Moreno Otero, presenta las complejas relaciones que se viven en Colombia a comienzos del siglo XX entre la tradición académica y el tardío conocimiento y discusión de las ideas y prácticas impresionistas. Los finales del XIX están dominados por la academia que solo en 1886 había logrado instalarse con el apoyo oficial; se veía en esta forma de arte una manifestación de progreso y la prueba de que la cultura nacional se encontraba a la altura de los demás países, en especial de los europeos. Por tanto, es natural que se pusieran los ojos en valores artísticos consolidados por una historia del arte ajena y que se privilegiaran los temas heroicos y la exaltación del poder; todo lo demás parecía superficial y anodino. Pero a partir de 1904 la discusión se centra en el impresionismo de Andrés de Santa María, profesor de la Escuela de Bellas Artes justamente en el momento en el cual estudia allí Domingo Moreno Otero. Las consecuencias de una manera nueva de entender el arte y el ejercicio de la pintura aparecen claramente en los paisajes y escenas de costumbres de Moreno Otero. En Lavanderas el dibujo ha desaparecido por completo, reemplazado por manchas y zonas amplias de color, definidas en muchos casos a partir de pinceladas sueltas. No interesa el detalle sino la impresión del conjunto que se encuentra definido por una amplia zona clara que corresponde a los planos primeros y medios en los cuales predomina los blancos, azules, rosas, fucsias y terracotas claros; por contraste, en los fondos, que equivalen a la mitad superior de la pintura, predominan colores oscuros, con esporádicas llamadas de atención que conectan con el colorido del primer plano. Se quiere comunicar la sensación del impacto del sol que llega por la parte superior del lado derecho, decolorando el fondo e iluminando violentamente la tela blanca que la mujer extiende sobre una piedra. Pero quizá convenga notar lo una mirada más atenta nos revela: a diferencia de lo que pretendían las normas académicas y el uso del dibujo tradicional, aquí no hay más que manchas de óleo, casi siempre violentamente frotadas, restregadas sobre el lienzo, de tal suerte que en muchos sectores de cuadro se nos revela directamente la textura de la tela, mientras que en otros se impone la del grumo del óleo que se percibe casi volumétrico. Si se exceptúa la figura principal, en la cual la violencia de la luz genera zonas casi planas como proponían los impresionistas, casi todo está resuelto con pinceladas sueltas que no describen sino que apenas insinúan el espacio y las demás figuras. En definitiva, el artista privilegia aquí el golpe de vista, la impresión del conjunto, lo que solo es posible a través de la observación de la realidad y del trabajo directo en el lugar representado. Así, comienza a reivindicarse el valor de lo propio y la experiencia directa de lo local. Pero también la forma revela la transformación que se está viviendo, pues parece claro que el interés fundamental de Domingo Moreno Otero es la construcción material y concreta de la obra como medio para comunicar esa experiencia.

Biografía del autor

Domingo Moreno Otero nació en 1882 en Concepción, Departamento de Santander. Muy pronto toda la familia se trasladó a Bogotá. Ingresó a la Escuela Nacional de Bellas Artes donde recibió la influencia de Coriolano Leudo y Andrés de Santa María, lo que se traduce en un dominio del dibujo académico pero, al mismo tiempo, en una fuerte libertad expresiva y colorista, resultado de la apropiación de elementos impresionistas. Se interesa especialmente por la pintura de paisaje y por escenas de costumbres regionales, en las cuales presta poca atención a los detalles para centrarse en el despliegue de la luz. Entre 1921 y 1930 vive en España y estudia durante cinco años en la Academia de San Fernando. En esta época se inclina por las españolerías que fueron muy frecuentes en el arte colombiano de la época. Tras su regreso a Colombia vuelve a dedicar su interés a los temas de costumbres, formando parte del amplio grupo de artistas que antecede al desarrollo del nacionalismo. A lo largo de su vida trabaja también como dibujante, caricaturista y retratista. Falleció en Bogotá en 1948.

Carlos Arturo Fernández – Grupo de Teoría e Historia del Arte en Colombia, Universidad de Antioquia