Reseña
«La ofrenda», es un boceto del original que se encuentra ubicado en el Museo Nacional de Arte de la Ciudad de México y representa a una familia de floricultores del sur de la cuenca lacustre que se trasladan al cementerio en la festividad de los muertos a ofrendar los cultivos a ellos destinados, la flor de muerto o zempoaxóchitl. Las formas están presentadas sintética y decorativamente, en donde la paleta, en tonos ocres y grises, armoniza con el amarillo de las flores. Es una composición en donde el autor nos muestra, dentro de la cotidianidad de los personajes, un mundo lleno de formas y emociones profundas. En el centro de la pintura destacan tres recias figuras masculinas, fuertemente tramadas como un mástil de virilidades que emerge de la canoa; intensamente sombreada y portando al hombro un remo aparece la figura del indio Saturnino. El anciano patriarca junto a la mujer y el infante, forman con las ofrendas florales un friso a la composición. La obra viene a ser un magistral contrapunto de luces y sombras, brillo y profundidades, a las que tanto partido supo sacar Herrán en las escenas rituales descritas por sus lápices y pinceles.
Biografía del autor
Saturnino Herrán inicia sus primeros estudios, en el Colegio de San Francisco Javier, en Aguascalientes. A los diez años de edad denota una gran disposición para el dibujo, dirigidos primero por su maestro José Inés Tovilla y después por el profesor Severo Amador. Cuando ingresa al Instituto Científico y Literario de Aguascalientes, para hacer estudios de preparatoria, tiene como condiscípulos a Ramón López Velarde, Enrique Fernández Ledesma y Jesús Contreras, entre otros, quienes se reunían para hablar sobre pintura, música y literatura. Después de la muerte de su padre, en 1901, Saturnino se traslada a la Ciudad de México junto con su madre. En 1904, ingresa a la Academia de Bellas Artes y se convierte en el discípulo predilecto del maestro Antonio Fabrés, último maestro europeo que contrata el gobierno para venir a la Academia. Un año después participa junto con Diego Rivera, Ángel Zarraga, Roberto Montenegro y el Dr. Atl, quienes eran sus compañeros de estudio, a la primera exposición escolar. Al salir Fabrés de México, Saturnino Herrán toma clases con Germán Gedovius y Leandro Izaguirre. La obra «El trabajo» es una de sus primeras pinturas firmadas. Diversos premios y menciones honoríficas, en sus clases de dibujo, colorido y composición, hablan de la estricta disciplina dentro de la cual se formó. En 1910 rechaza una beca para estudiar en Europa y ocupa un puesto de dibujante en la Inspección de Monumentos Arqueológicos copiando los frescos que se estaban descubriendo en Teotihuacán, poco tiempo después es nombrado profesor de dibujo en la Escuela Normal para maestros. «El gallero» y «El jarabe» son obras que realiza en 1913 y obtiene por ellas la primera medalla de pintura. A los veintisiete años se casa con Rosario Arellano y realiza «Nuestros dioses» para el certamen de pintura de un friso decorativo en el Teatro Nacional que convoca, el director de la Academia, Alfredo Ramos Martínez. En 1918 expone, en el Ateneo Fuente de Saltillo, su tríptico «La leyenda de los volcanes» y participa en un concurso convocado oficialmente para realizar un retrato de Simón Bolívar y al poco tiempo fallece, el ocho de octubre a la edad de treinta y un años. Aun cuando Saturnino vive la época porfiriana siempre se inclinó por el espíritu hispano y por el alma indígena así como por la arquitectura nahua y la época virreinal.