Reseña
Obra que realiza cuatro años antes de su muerte y que tiene una fuerte carga de simbolismo o incipiente surrealismo. La manzana verde la podríamos inscribir dentro de las naturalezas de objetos inertes, pues los que el artista asocia en esta pintura son rocas, duros frutos tallados en mármol u ónix, el fragmento estatuario de un desarticulado muñeco, un poliedro de cristal, un pequeño cofrecito de alguna piedra dura como la malaquita y, el todo, envuelto y enmarcado por formaciones rocosas de una dureza ígnea. La composición de la obra es confusa. El abuso del negro, el cual sólo es roto por sorpresivas apariciones de tonos fríos, acaba otorgando a la escena la irrealidad tonal que suele manejar con abundancia la escenografía. La obra está muy distante del cuidado minucioso que tuvo en épocas anteriores de su creatividad. Quizás quiso representar un mundo de caverna montañosa, llena de oscuridades y apariciones fantasmagóricas a las que fueron tan adictos los pintores del romanticismo anglosajón.
Biografía del autor
Originario de Guadalajara vive desde muy temprana edad las libertades de un artista y tiene como maestro a Félix Bernardini, pero su educación en forma comienza en la Ciudad de México, en la carrera de arquitectura, ayudado por su pariente el poeta Amado Nervo. De 1903 a 1906 estudia dibujo e Historia del Arte en la Academia de San Carlos, con maestros que son los artistas del momento: Alberto Fuster, Leandro Aguirre y Germán Gedovius. Como condiscípulos tuvo a Diego Rivera, Ángel Zarraga, Francisco Goitia y Saturnino Herrán. En 1906 viaja a España y estudia en la Academia de San Fernando, donde es alumno del grabador Ricardo Baroja (hermano del escritor Pío). Un año después se va a París. Montenegro decía que sus conocimientos, inclinaciones y experiencias se derrumbaban con el movimiento inesperado que había en París: A lo largo de su trayectoria artística Montenegro está entre el amor por lo clásico y el gusto por lo moderno. Los años que permanece en Europa son para Montenegro de educación estética constante. De 1914 a 1919 se establece en Mallorca, España, continuando con su etapa Art Nouveau, que inicia en París. En 1920 regresa a la Ciudad de México y expone en el Hotel Iturbide, junto con el Dr. Atl y Jorge Enciso, una muestra de arte popular para conmemorar las fiestas del Centenario de la Consumación de Independencia. En 1921 se integra, junto con Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, al movimiento muralista; en 1934 es nombrado director del Departamento de Bellas Artes; en 1936 dirige el Departamento de Enseñanza Artística de la SEP; en 1940 es curador de la sección de arte popular en la magna exposición «Veinte Siglos de Arte Mexicano», en el Museo de Arte Moderno de Nueva York; en 1946 organiza el Museo Regional de Toluca; en 1947 es jefe del Departamento de Arte Popular del INBA; en 1948 realiza cuadros para el Hotel del Prado: en 1958 pinta el gran friso «Apolo y las musas» para la fachada del Teatro Degollado que se derrumbó en 1963; en 1964 realiza el mural de la Casa de Artesanías de Guadalajara; en 1950 publica una investigación precursora «Retablos de México»; en 1967 recibe el Premio Nacional de las Artes y al año siguiente fallece en Morelia, Michoacán. En conjunto la obra de Montenegro es la de un excelente pintor, constante creador y gran retratista; sus formas de expresión son variadas y todas modernas. Según Carlos Pellicer su obra se caracteriza por la fantasía y el ornato. Roberto Montenegro, además de ser uno de los iniciadores de la pintura al fresco en la Escuela Moderna de La Pintura Mexicana, es un admirable retratista, acuarelista, ilustrador, grabador y frecuentemente escritor.