• Rodrigo Arenas Betancourt
  • Monumento a la Vida Tentación del hombre infinito,1972
  • Vaciado /Concreto, hierro y bronce

Reseña

En 11 de julio de 1974 fue inaugurada La vida, de Rodrigo Arenas Betancourt. Cuando Sura encarga la obra a Arenas Betancourt, sólo existe una noción general de su forma y sentido simbólico, que se limitaba a una genérica exaltación de los valores de la vida. Así, Sura participa también de la incertidumbre del proceso creativo. El propio autor, en un texto titulado “A mi soldadera mexicana” explica la concepción general de este monumento: “Primero, a nivel del agua, está la calavera indígena, risueña y erótica. Después está la mujer, que levanta un niño en sus brazos. Luego se observa la mazorca de maíz colocada en las inmediaciones del vientre de la segunda mujer. Más arriba están los brazos estirados y la cabellera de la mujer que se convierte en fuego. Por último, en el extremo superior, está el hombre que trapa las estrellas. Todos estos elementos están ordenados de forma espiral o helicoide y adquieren un sentido total dentro del conjunto. “…Trato de explicar la vida y sus elementos florecientes. La vida que necesariamente se construye sobre la muerte, en el agua, en el vientre, en los pechos y sobre las manos de la ternura. Trato de interpretar la vida que se nutre de la mazorca histórica, la mazorca tierra-flor americana, desgarrada y genésica. La vida que es el sexo florecido, que es el fuego y el amor, que es el vuelo y que está en las estrellas, no en las estrellas lejanas sino en las que tenemos todos aquí en el corazón. “… Se levanta de manera curva, carnal y humana, tal como crece y se expande la vida.” “… En fin, todos son sueños, puros sueños y nada más que sueños. Todo es vivir y crecer, vivir y levantarse sobre la tierra, vivir y mirar las estrellas en la noche y dentro del corazón enamorado, vivir y anhelar. Todo es también vivir y construir, vivir y poner siempre algo sobre algo, volando, trepando hacia el sol, hacia Dios. Todo es vivir y también todo es morir. Desde lo técnico: El calculista de la estructura, doctor Jaime Muñoz Duque, Premio Nacional de Ingeniería 1971, lo consideraba como el trabajo más difícil de su carrera, los cálculos debieron ser revisados en Estados Unidos y determinaron dos condiciones al escultor: reducir el peso de la escultura que remata la obra y resolver superficialmente el sistema hidráulico de la fuente, y no dentro del concreto como pretendía el artista Arenas En realidad, hasta el último momento, no se sabía a ciencia cierta si la estructura helicoidal resistiría el peso de las esculturas. El momento decisivo en la construcción de la obra fue la izada de la figura en bronce que la remata, llamada por el maestro “Hombre que atrapa las estrellas”. Aún el andamiaje estaba construido y la verdadera prueba fue cuando se desmontó: La estructura aguantó y prácticamente con ellos se dio por terminada la obra, después de 10 meses de trabajos.

Biografía del autor

Rodrigo Arenas Betancourt nació en Fredonia, Departamento de Antioquia, en 1919. Estudió en el Instituto de Bellas Artes de Medellín y en la Escuela de Bellas Artes de Bogotá. Tras su regreso a Medellín fue ayudante de Pedro Nel Gómez con quien diseñó una fuente monumental para la ciudad, Las Américas Unidas, de sentido indoamericanista, que nunca fue realizada. En 1944 viajó a México; estudió en la Academia de San Carlos. En 1946 colaboró con el escultor Rómulo Rozo quien entonces realizaba en monumento a la patria en la ciudad de Mérida. En 1951 realiza un monumental Prometeo en la Ciudad Universitaria de la UNAM, al que siguieron en 1962 otros como el Juárez en Puebla y las cabezas monumentales de los héroes de la Revolución Mexicana, en la misma ciudad. Entre 1955 y 1963 realiza el monumental Bolívar desnudo, en la ciudad de Pereira. A partir de entonces comienza una serie muy amplia de esculturas monumentales en distintas regiones del país, como el Monumento a los lanceros en el Pantano de Vargas, Córdoba en Rionegro y El Monumento a la vida, en el Centro Suramericana de Medellín, inaugurado en 1974. Se destacó también como escritor; sus principales obras literarias son los relatos autobiográficos Crónicas de la errancia, del amor y de la muerte y Los pasos del condenado. Falleció en Medellín en 1995.

Carlos Arturo Fernández – Grupo de Teoría e Historia del Arte en Colombia, Universidad de Antioquia.