• Ernesto Icaza (1866 – ca. 1926-1935)
  • Poniendo la Jáquima y Ensillando a «El Preferido»,1912
  • Óleo /Tela
  • 23.5 x 31. 7 cm
  • icono bandera México​

Reseña

En la serie de 6 de «El Preferido» Icaza logra plasmar el atuendo y los arreos por lo que presenta un rico repertorio de estas piezas como el tapojo, la retranca, la grupera, las sillas de esqueleto, los estribos con tapaderas, la silla de cantinas, la de fuste a la Zaldívar (en recuerdo a su inventor, el hacendado Don Manuel), las chaparreras lisas, los pantalones de jerga, los sombreros de petate o de rico fieltro, los frenos y los bozales. Todo este mundo de arreos, vestuarios y atuendos que celosamente se disponía en los guardarneses o colgaderos, ha quedado hermosamente plasmado en todas y cada una de sus obras. La obra de Icaza suele deleitar a los grandes conocedores de las artes charras. Cada una de sus obras viene a ser un fragmento de almanaque o enciclopedia descriptiva no sólo de las suertes charras, sino también de los ornamentos y variadas partes que componen el atuendo y las monturas de los jinetes.

Biografía del autor

Ernesto Icaza de familia aristocrática y de abolengo. Son pocos los datos que se tienen del artista, por ejemplo si fue autodidacta o si contó con alguna instrucción formal. En 1876 y 1879 obtiene premio de dibujo en la escuela primaria y secundaria. En la adolescencia abandona los estudios y se dedica a visitar las haciendas de su numerosa familia y sus múltiples amistades. Se vuelve charro experto y sus óleos sobre tela y cartón son un valioso testimonio de esta disciplina que se concebirá en el imaginario popular a lo largo del siglo XX como típica del México rural. El museógrafo Fernando Gamboa lo bautiza como «Charro pintor de charros» cuando presenta sus cuadros en el Palacio de Bellas Artes. De 1910 a 1919 es cuando realiza la mayor parte de su producción. Sus cuadros son realizados a partir de lo que veía. Icaza es autor de nueve murales de la Hacienda de la Cofradía, cerca de Aculco, Estado de México. También realiza los murales de la Hacienda de la Ciénega del Rincón cerca de Lagos de Moreno, Jalisco. Ernesto Icaza nunca pudo vivir de su pintura, pero el pretexto de pintar le permite, en más de una ocasión, obtener techo y comida en alguna de las grandes haciendas. Quienes lo conocieron lo describen como un sujeto de carácter afable, ameno y festivo, que se lucía orgullosamente con su traje de charro, no obstante esta imagen empezó a cambiar notoriamente conforme la situación se torna adversa; no nada más para él, sino para la mayoría de los mexicanos. La Revolución le quita las tierras, así como a la gran parte de los hacendados, y con ello pierde sus tan queridos escenarios. Así cae el artista en el vicio de la bebida, trascendiendo en el deterioro de su trabajo. Sumido en la miseria, se resigna a hacer sólo aquellos cuadros que le pedían y fallece en su casa de Mixcoac en 1926, aunque existen otras versiones en donde mencionan que falleció en 1935.